Hellinger (1995) menciona que los padres e hijos forman una comunidad con un destino común, en la cual cada uno depende del otro de muchas maneras y, según sus posibilidades, ambos tienen que contribuir al bien de la comunidad, teniendo también sus obligaciones. Aquí cada uno da y cada uno toma cuidados, atención y amor. Por lo tanto, los hijos tienen que dar y tomar en la familia -según la necesidad que se presente-, los padres pueden exigir que los hijos den o esperar que estos den por su propia iniciativa. En cambio los padres deben dar a sus hijos, pues ya tomaron de sus padres.
Weber citando a Hellinger analiza “El orden de dar y tomar en la familia se invierte cuando un miembro posterior, en vez de tomar del anterior y honrarlo por ello, pretende darle al anterior como si fuera igual o, incluso, superior a el. En tales casos, por regla general, los padres no tomaron lo suficiente de sus propios padres, o no dieron ni tomaron bastante en su relación de pareja. Por lo tanto, frecuentemente pretenden que sus hijos cubran sus necesidades emocionales, y los hijos se sienten responsables de cumplir lo que de ellos se espera. Así el dar y el tomar, en vez de ir de arriba hacia abajo, tendría que fluir de abajo hacia arriba, contra la fuerza de gravedad. Pero al igual que un rio que pretende ir cuesta arriba en vez de cuesta abajo, no llega adonde querría y tendría que llegar” (pp. 60).
Cuando los hijos se sienten con aquella responsabilidad de cumplir lo que de ellos se espera podría llamarse amor ciego, este vive en el alma de los niños, es tan grande y poderoso que permite aparentemente en la percepción del pequeño hacerse cargo de todo aquello que aqueja a los padres. Toda persona de pequeña tiene en algún momento de la vida la necesidad de hacer felices a los padres, de eliminar sus tristezas, dolores y conflictos. Esa fuerza del amor ciego es capaz de enfermar pues se cargan eventos, sentimientos y emociones que no corresponden ni pertenecen.
Motivos por los cuales se solicita una constelación familiar
Los padres reportan diversas dificultades con sus hijos como obesidad, anorexia infantil, estreñimiento, berrinches, discusiones constantes entre hermanos, inquietud por juegos de alto riesgo, tristezas prolongadas, enuresis, chuparse el dedo, desobediencia, desgana, apatía, entre otras. En muchas ocasiones son los maestros quienes detectan alteraciones conductuales en los niños. En la mayor parte de las veces los maestros ven el hogar como el chivo emisario, y viceversa por lo tanto sugieren a los padres una revisión psicológica.
Los problemas más comunes reportados por los maestros son conductas agresivas, déficit de atención, hiperactividad, inhibición, falta de cumplimiento con requisitos de la institución, desorden, desobediencia excesiva, indisciplina y falta de motivación para ir a la escuela.
Schneider (2004) concluyó que cuando los pequeños presentan diversas dificultades en la escuela, se comportan de manera que llaman la atención, o se enferman constantemente, los padres y maestros suelen preguntarse ¿Qué esta pasando con los niños?, ¿Quién tiene la responsabilidad de esos comportamientos?. Estas son preguntas claves que motivan a los padres a buscar apoyo terapéutico.
¿Para sirven las constelaciones familiares?
Se observa que las constelaciones familiares brindan a los pequeños una opción para la solución de aquello que no tenían claro de si mismos con respecto a su conducta y familiar. Para los padres y las madres, las constelaciones realizadas por sus hijos les arrojan nuevas imágenes que influyen en la manera de percibir el conflicto con el pequeño. Esta influencia que reciben los padres lo demuestran de diversas maneras; unas con la inquietud de continuar con su propia constelación, otros tomando tiempo para procesar lo que observaron en el trabajo, otros hacen diversas cosas para estar mejor, otros empleando mecanismos de defensa que no permiten movimientos internos de sanción.
Es interesante observar que existen datos en donde algunas madres que regresan a trabajar su constelación mencionan en su dialogo datos de la familia nuclear descartando toda información de su familia de origen. Al hacerles preguntas sobre su pasado ellas manifiestan que eso no es importante, pues allí los problemas quedaron en el pasado y nos les interesa recordar ni solucionar, además de sentirse completamente satisfechas a todo lo que vivieron en la familia de origen. Esto quiere decir que las madres se sienten y relacionan con los miembros de su familia de forma regular, lo cual podría señalar indiferencia, apatía, costumbre de los mismo o desgana con respecto a familia. Las madres no lograr percibir los conflictos familiares o internos y la constelación que realizan sus pequeños les proporcionan disonancia cognitiva en aquello que sienten o viven, pero aun no tienen conciencia de que existe. En el momento de la constelación con los hijos, las madres comienzan a sentirse confundidas y lograron conseguir algo de paz que hace tiempo no la había sentido. Después de la constelación que realizan sus pequeños, todas las madres reportaran haber tenido en ese tiempo cambios emocionales y mayor reflexión con respecto a temáticas de su familia de origen. Reportan clara y de forma satisfactoria adjetivos que describen su estado emocional que los que describen sus relaciones familiares, de la misma manera señalaron que existe una relación direccional entre aquello que les hace sentir la familia con el estado emocional.
Se entiede que el alma de las personas tienen tiempos exactos para sanar heridas, tiempos en donde los consteladores no tenemos derecho de entrar, solo de estar al servicio con humildad en el momento de la constelación familiar y después permitir que el alma familiar del consultante realice lo que necesite para acomodarse. También es claro observar el gran amor que los hijos presentan hacia sus padres y como las constelaciones familiares son imágenes que iluminan el camino de los pequeños hacia la construcción de sus resiliencias.
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