Todos en nuestra vida hemos experimentado en algún momento u otro, estados de ansiedad en diferentes intensidades, generalmente, no sabemos a que se debe porque no hay un evento o estímulo específico relacionado, el cual podríamos considerarlo como la fuente de ese estado de aprehensión conocido comúnmente como ansiedad.
Esta es una de las características claves que permite diferenciar la ansiedad, del miedo y del estrés, y aunque las respuestas fisiológicas son similares y se pueden considerar respuestas naturales, porque nos dan la capacidad de enfrentar o huir.
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Tanto en el miedo como en el estrés la respuesta se da ante un estímulo claro y definido:
Si alguien sufre un asalto, o es atacado por un perro, o queda atrapado en un elvador, experimentará que su vida está en peligro y “la respuesta emocional natural del organismo será el miedo, en esos momentos ante la súbita producción de adrenalina el cerebro activará una movilización psicológica intensa en busca de una solución”(2): enfrentar o huir si es que es posible. Vemos entonces que en este caso el miedo es una respuesta clara ante una amenaza concreta, esta respuesta puede variar en intensidad.
En la ansiedad “la respuesta que se da no es tan inmediata ni tan intensa, lo que aparece es un conjunto de sensaciones difusas que impregnan el estado de ánimo y generan un sentimiento de incomodidad contínuo y permanente, que ni llega pronto ni se va rápidamente”. (2)
Como decíamos antes, en la ansiedad el estado de aprehensión es hacia algo impreciso, no hay un estímulo claro que lo produzca. La sensación es incómoda y tiene que ver con algo que puede suceder o está por suceder. Esto genera un estado de alerta y desasosiego constante que puede generar un círculo vicioso del que en muchos casos es dificil salir.
Lo que se consideraba antes como el “círculo neurótico” tenía que ver con esto, la persona que presentaba ansiedad crónica y extrema, era conciente de ello y sabía que necesitaba generar un cambio de conducta para resolverlo, pero…la idea del cambio le producía tanta ansiedad que prefería quedarse como estaba, lo que perpetuaba el estado de ansiedad.
Podemos considerar que “el miedo es una emoción justificada, más elemental, incluso animal, mientras que la ansiedad, es una emoción más racional, más compleja y definitivamente más humana” (2). Pilar Varela citando a Richard Lazarus menciona que “la ansiedad es el enfrentamiento a la amenaza existencial, a la incertidumbre de estar vivos”. Y coincido con ella cuando menciona que “en lo profundo de toda ansiedad late disfrazada la preocupación por la muerte”, y es que sólo el ser humano tiene la capacidad de reflexionar sobre su propia existencia y cuestionarla, así como tener la capacidad de preocuparse por lo que aún no ha pasado lo que le impide vivir el presente. Aprendemos entonces a vivir con miedo porque en el fondo quizá tenemos miedo de vivir la vida plenamente! Vivirla no como creemos que debemos sino como verdaderamente queremos. La ansiedad definitivamente nos impide sentirnos plenamente vivos!
Otra de las diferencias entre el miedo y la ansiedad tiene que ver con la intensidad: en el caso del miedo, el nivel o grado de la emoción que se genera está relacionado de manera proporcional con el estímulo que la genera: mientras más peligro haya, mayor es la respuesta de miedo; en la ansiedad por el contrario no hay una relación proporcional entre la causa y el efecto, lo que significa, que se puede dar una respuesta de alta intensidad ante una situación donde no hay un estímulo claro, es decir mucha ansiedad sin razón aparente y en donde el objeto de nuestra ansiedad es más bien interno, vago, e inespecífico.
Y que hay del estrés?
El estrés y la ansiedad muy frecuentmente son usados como sinónimos y esto genera confusión. Sin embargo, no son procesos idénticos ya que el estrés puede causar ansiedad pero la ansiedad no es causante de estrés.
Para entender esto hay que referirnos a la definición que Hans Selye hace en 1974 : “sobrecarga humana que depende tanto de la intensidad de la presión como de los recursos con los que cuenta el individuo para hacerle frente” (2).
Esta capacidad varía de persona a persona, de la capacidad de adaptación, de la manera como ha aprendido a manejarlo y a sacarle provecho, ya que enfrentar las dificultades y retos que la vida nos presenta siempre implica un cierto grado de tensión.
Yo lo imagino como una guitarra: si las cuerdas están flojas, no tienen la suficiente tensión para dar el tono, como cuando andamos con las baterías bajas y no tenemos la capacidad de actuar de acuerdo a las demandas de la vida diaria; y si la cuerda está demasiado tensa se puede reventar porque no resiste la tensión, lo que nos puede generar enfermedades; en ninguno de los casos el nivel de tensión sirve “para dar la nota” o como decimos “dar el ancho”.
Entonces…es el estrés positivo (eutres), necesario en nuestra vida, aquel que nos permite tener la tensión adecuada para “dar la nota”, lo que demanda que pongamos en juego nuestra capacidad natural de adaptación al estrés, para enfrentar los retos y dificultades que la vida nos propone. En este caso la tensión o estrés positivo actúa como un elemento que nos motiva y nos impulsa, a diferencia del estrés negativo (distrés) donde la tensión actúa como elemento desestabilizador cuyas consecuencias son muy notorias, especialmente en el área de la salud.
En el caso de la ansiedad hay por lo menos tres elementos fisiológicos:
- Activación autonómica o adrenérgica aumentada, es decir producción automática de adrenalina que es la que nos ayuda a tensar los músculos, aumenta el ritmo cardiaco, dilatación de pupilas.
- Tensión motora o muscular, inquietud que se presenta como fatiga e insomnio
- Un elemento cognitivo que es el estado de hiperalerta o hipervigilante. Produce un estado de advertencia exagerado o incrementado, que se acompaña de un estado de espectación aprensiva, de alerta a lo que pueda ocurrir.
Diferentes tipos de ansiedad:
- Espontánea, sin precipitante
- Actuacional o fóbica
- Anticipatoria (que genera conductas evitativas)
¿Cuál es la diferencia entre una ansiedad normal y una ansiedad patológica?
La diferencia es la INTENSIDAD, la ansiedad normal es parte de la existencia humana. Sin embargo la ansiedad puede ser reprimida, y el mecanismo de defensa que utilizamos los seres humanos es la negación. Lo curioso es que una ansiedad reprimida se presenta con síntomas similares a la depresión ya que en ambos hay agotamiento, desgaste e impotencia.
Volveremos a hablar posteriormente sobre este tema tan amplio que por el impacto que tiene, merece estudiarse más profundamente.
Bibliografía:
1) Apuntes de Psiquiatría, Maestría en Psicoterapia e Hipnosis Ericksoniana, Centro Ericksoniano de México, 2001-2005.
2) Pilar Varela, “Ansiosamente, claves para reconocer y desafiar la ansiedad”, Editorial El Ateneo, 2004