No se puede entender ni concebir el Proceso Psicoterapéutico sin Amor. Me gusta la idea de ver este proceso como un acompañar al otro con respeto. De poderle decirle al otro “¡QUÉ BUENO QUE EXISTAS!”
Este amor respetuoso se alimenta en la relación terapéutica.
Parte del hecho de poder ver al otro como una persona, y para poder apreciarlo en todas sus dimensiones hay que percibirlo desde nuestro propio Yo, respetuoso de Sí mismo, y que se proyecta en el otro respetuosamente… amorosamente…
Amorosamente y respetuosamente son palabras muy comprometedoras, pues implican la responsabilidad de involucrarse con el otro que nos está invitando a entrar a su vida, como dice Harleen Andersen. Por lo tanto el terapeuta necesita ir preparado con conocimiento de lo que es válido y lo que no es válido en la terapia.
Y es desde esta nueva mirada que nos lleva a una nueva postura de la enfermedad, en donde el sufrimiento, los sueños, anhelos, miedos, frustraciones…son respetados, reconocidos, valorados y es desde aquí que se genera la confianza en los propios recursos internos para crecer, desarrollarse, encontrar su propio camino.
Aquí es donde con amor el terapeuta acompaña más que manipula, delineando sus intenciones a partir de las necesidades del que consulta, teniendo fe en sus capacidades, creando oportunidades de reflexión, frustración, apoyo y de expresión espontánea, para pasar del apoyo externo al autoapoyo sano y equilibrado ¡que le lleva a ser una persona interdependiente que se atreve a asumir el riesgo de ser quien es!
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Es a través de este proceso creativo, de encuentro respetuoso y amoroso que se amplían las capacidades de los que son amados.Despertando necesidades que estimulan a través de la expresión espontánea las crecientes capacidades del otro, el que solicita ayuda.
Al ser el amor recíproco en sus efectos, es beneficioso no sólo para el que recibe sino también para el que da, entonces se genera un proceso de crecimiento mutuo donde se puede correr el riesgo de ser tierno alegre y al mismo tiempo firme.
Todo esto implica un sentimiento de profunda vinculación con el otro y una necesidad de comunicarlo, manteniendo la empatía y el respeto.
Amar es pues tener la capacidad de ver en el otro un reflejo de nuestra propia dignidad como persona y al mismo tiempo poder “celebrar las diferencias”
Es poder decirle “Yo soy Yo y Tu eres Tu, me alegro que Tu también existas”