INTRODUCCION
Después de haber asistido a un curso de tanatología y reflexionar sobre diferentes tópicos acerca de la vida y la muerte, estos términos encierran ahora para mí, otra dimensión que me interesa ampliar, dado también, que mis primeros trabajos sobre calidad de vida y espiritualidad, fueron cortos y poco explícitos para entender con mayor objetividad dichos términos.
En los comentarios escritos sobre calidad de vida dados en clase, señalan puntos que quiero hacer claros para mi, i.e. en el entendido que es un tema profundo y sumamente complejo, tan complejo, que lo que pretendo, es describir a muy grandes rasgos, los pensamientos y hechos relevantes que a través de la historia han desembocado a un presente muy conflictuado, o dicho de otra forma, al menos quiero destacar aquello que obstaculiza o no nos permite aproximarnos o darnos cuenta que podría ser “una buena calidad de vida”, pues esta depende de la atención de las cuatros dimensiones que integran al hombre como una unidad en posibilidad de crecimiento; biológica, psicológica, social y espiritual, dimensiones que han sido medidas en diferentes parámetros y reducidas muchas veces a criterios donde paradójicamente no cuenta el ser humano como tal, haciendo evidente una crisis de valores.
El término calidad de vida es reciente (1950), naciendo primero como una noción sociopolítica y tomando posteriormente una diferente connotación al ir mas allá de necesidades básicas y deseos, como es buscar el camino hacia una escala espiritual que marca el importante elemento humanista de hacer del hombre una persona.
Hablar de calidad de vida es hablar de todos los grandes asuntos que tienen relación el hombre; socio-económicos, médicos-biológicos, morales espirituales, religiosos etc., siendo en estos últimos donde están relacionados la tanatología y la bioética. Por consiguiente preguntarnos ahora sobre prodigarme o dar calidad de vida, es pensar y tratar de cambiar aquello que no esté de acuerdo al progreso a favor del hombre, en cuanto lo ennoblezca y sostengan su dignidad.
Por otro lado, mi interés por este tema, es tener presente un marco de referencia que si bien es determinante en todas las etapas de nuestra existencia, es en la vejez, enfermos o próximos a morir donde cristalizamos nuestros años de vida y nos enfrentamos con mayor intensidad al dolor o al dejar de existir, punto esencial en la tanatología .
Hablar de la vida y la muerte o en otro nivel, dar un significado a la vida, a la muerte o ayudar a morir a otros, es entrar al camino de la religiosidad y de la espiritualidad tópicos que me importan porque es el ángulo que nos conecta con la trascendencia del ser humano.
Los temas entonces que trato en este trabajo, dado que la calidad de vida es el resultado de la interacción del hombre con su grupo y aún mas, con la sociedad y el mundo en que está inmerso son: “ANTECEDENTES DE LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA ,” “CRISIS DE VALORES”, “CALIDAD DE VIDA EN LOS ADULTOS MAYORES”, “ESPIRITUALIDAD Y RELIGIÓN, COMO NECESIDAD Y RESCATE DE UN HUMANISMO” y “MIS SENTIMIENTOS”.
ANTECEDENTES DE LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA
Hablar sobre la sociedad contemporánea, es hablar de un “estado actual”, como resultado de una serie de cambios sociales e intelectuales, del hombre a través de la historia.
A partir del siglo XVII, se presenta un gran cambio en la visión del mundo, antes, el panorama fue esencialmente cristiano en su estructura social, pueblo autoridades e iglesia, unión que estabilizó las creencias y seguridad del individuo en Dios. Después de este siglo, con el desarrollo de la ciencia, se abre un nuevo camino de ideas, como la creencia de que ésta proporciona la certeza absoluta, aunque hoy sabemos que no existe tal certeza, sin embargo; el problema central es el papel del conocimiento en la vida, ¿Conocemos algo? ¿Cómo lo llegamos a conocer?
Paradójicamente al querer hacer lo mejor la ciencia, lleva a los hombres a un callejón sin salida, motivo por el cual se tambalean las creencias en especial las éticas y religiosas, dando como resultado el principio del conflicto y la frustración del sentimiento de “inseguridad” del hombre actual.
La ciencia está en constante cambio y así no puede apoyar a otras áreas de la vida de los hombres. El conocimiento se especializa y es algo que no habla ya de los asuntos humanos, quedando éstos segregados, no atendidos. No existe explicación que integre el saber de las cosas y al mismo tiempo el precio de conocer, es deshumanizarse, despersonalizarse, efecto que comenta Max Weber, lleva a “un desencanto del mundo”, muy preocupante al no poder mantener, el sentido de nuestra propia humanidad. Aunque también es adecuado indicar que hoy, existe un gran esfuerzo en atender e investigar temas de ciencia, política, psicología, religión, cultura en general, que con diferentes puntos de vista científicos o no, traten de integrar una visión mas congruente del hombre.
La corriente del relativismo, y la revolución secular, es el legado del siglo XIX al XX, pasando de un idealismo al dato sensible, la materia pasa a primer plano y lo humano es secundario.
En atención a estas formas de pensar, el relativismo (antecedente del liberalismo y después del marxismo), se entiende en el supuesto de no poder llegar a la verdad de las cosas, pues todo cambia constantemente desembocando a un escepticismo que junto a el nihilismo actual, termina por desvirtuar lo humano.
La revolución secular se inicia con las sociedades modernas e industrializadas que tienen un fuerte impacto en la religión, al tratar de resolver los problemas humanos por otras vías, en detrimento de lo sagrado, por lo tanto, la práctica religiosa se confina a momentos cortos y especiales en la vida del hombre. Este fenómeno, con el crecimiento del laicismo debilita la función integradora de las creencias del grupo, en cambio existe, un pluralismo en la tolerancia de valores laicos. Por el contrario en grupos o sociedades no tan desarrolladas, buscan su pertenencia donde funcionen sus creencias para una mayor orientación.
Erich Fromm, en su análisis sobre la sociedad contemporánea del siglo XX, nos comenta que el establecimiento del capitalismo cambia radicalmente la estructura social, económica y técnica industrial, sustituyendo la habilidad manual, por mecánica, se emplea la energía atómica y se entra al campo de la cibernética.
Las nuevas formas de pensar y la industria cambia el sentido de dirección de la vida, las sociedades se vuelven mas homogéneas, libres y todos son iguales por derecho natural. Las relaciones de producción se garantizan por contratos de trabajo, el mercado regula las relaciones y la fuerte producción realiza el fenómeno del consumo.
En esta sociedad capitalista, surgen entonces hombres y mujeres con gustos y necesidades estandarizados, que al estar en contacto con todo aquello que nos deparan los medios de comunicación, que si bien a veces ubican en la realidad, otras evaden y en general distorsionan, el caso es que los mensajes llegan indiscriminadamente a la población, donde la mayoría se deja influir.
El hombre además en este sistema capitalista, sufre una enajenación, al trabajar para “alguien” (empresa), y solo por un salario, situación que hace cambiar al hombre radicalmente en su actitud frente al mundo, y a su propia persona. Su esencia se diluye y se convierte en una abstracción, al perder su centro de gravedad, experimenta indiferencia, pero algo tiene que mantenerlo, consumir y poseer, por el solo deseo de consumir dentro del circulo de hombre-industria, que dirige sus necesidades.
CRISIS DE VALORES
Con lo antes expuesto, se llega a entender con mayor claridad ante tal situación una gran confusión de valores, que no permiten ver al hombre lo mas humanamente posible, todo lo contrario, el peligro de verlo como un “objeto o cosa”, sentimiento que ante tal degradación, el propio hombre se lo crea, al jugar el papel de número, ficha o lugar en la estadística de cualquier estudio .Puede ser reemplazado por las máquinas, o aniquilado en un estado de extrema agresión, sin importar su existencia.
¿Qué sucede en su vida de relación o en su intimidad si es degradado así? Es evidente una fuerte repercusión en su ser como persona intelectual, emocional y espiritual principalmente. Hoy la crisis se difunde aceleradamente, abriendo grandes brechas entre generaciones, tendientes a olvidar las buenas tradiciones en sus principios esenciales.
El modelo de hombre es ahora egoísta y superficial, no comunitario. Las pocas cualidades que manifiesta son las que valoran los demás, mas no las que verdaderamente siente como persona auténtica. De esta problemática, nos enfrentamos a la forma de dar su afecto y amor al prójimo, punto crucial en su crecimiento personal. Si no es consciente del respeto y necesidades del otro y del deseo de amar y ser amado en relación de pareja, solo los une el placer, que jamás estabiliza. Es una forma solo de liberarse a través de la expresión del erotismo comercial. El placer por el placer mismo.
Además podemos agregar toda una gama de puntos rojos como son las adicciones, alcoholismo, drogadicción, tabaquismo, televidentes, jugadores de azar, y otros que se convierte en un impulso no controlado. El resultado una vida siempre sin satisfacer aunque se tenga todo, incluso información. Se transforman en seres amovibles y acríticos. El eje que rige son las modas, sin valorar la cultura. La gente famosa sin gran contenido se vuelven los héroes y el “circo” mas allegado a llevar valores, que solo son vacíos emocionales en las grandes ciudades.
En este tiempo se necesita mayor flexiblidad dada la ruptura de las instituciones estado, escuela, familia, iglesia, ante este evidente cambio del ser humano. Las crisis o bien se superan para una vida mejor, o bien conduce a una negligencia espiritual, que lleva a una degradación y desintegración moral. Se desconfía los hijos de los papás, los ciudadanos de los gobiernos, alumnos de los maestros, los fieles de su iglesia. No se
puede vivir en un mundo que niegue la posibilidad de guiarse por los valores, y lo aparte de significado y sentido. Sin embargo hay algo que se puede rescatar, como es, mayor sinceridad en el comportamiento humano rechazando una doble moral. Pero lo importante es saber dirigir la libertad.
El hombre vive en un mundo de diversidad, que ya no puede reflejar un único sistema que garantice una congruencia de valores y por lo tanto identificación, situación determinante en provocar conflictos por incomprensión e intolerancia, en grupos con diferentes tendencias. Respetar y hallar los valores de grupo permanentes, permitirán sobrevivir y mitigar el sufrimiento.
CALIDAD DE VIDA EN LOS ADULTOS MAYORES
Mientras que la juventud ha sido objeto de culto marcadamente en esta época y en la cultura occidental, la etapa de la vejez, indica una problemática al ser considerada el último período de nuestra vida, el cual adquiere un significado negativo al no ser valorada, al contrario, se evade y se sufre pues nadie quiere hablar de enfermedades y mucho menos de la muerte. Estos síntomas indican la gran faltante de calidad que accedan de una manera natural y en las mejores condiciones un final digno.
Se ha estipulado los 60 años, como el inicio de la vejez, aunque muchas veces se traspase esta edad, dada la forma y recursos particulares de vivir. En las sociedades en desarrollo de lento progreso, el anciano contaba con sabiduría para enseñar a los jóvenes, en nuestros días, en las sociedades tecnológicamente desarrolladas el cambio es muy rápido, y el anciano no da soluciones a lo actual, solo guarda desconcierto e incomodidad al mismo tiempo.
Debido a la longevidad, han nacido disciplinas como la gerontología o geriatría, que se encargan del estudio de esta etapa, pues ésta empieza a ocupar una mayor proporción en la pirámide poblacional.
La distancia que separa a las generaciones, es de fuerte sufrimiento para el anciano al vivir prácticamente aislados y solos sin compañía de amigos que verdaderamente les presten atención como suele suceder en las sociedades altamente desarrolladas sumando lo mas grave , sin reconocimiento social, posición que lo mantiene en constante irritación o depresión. El anciano siente no participar y dejar de asumir los roles que tenía, preocupándole muy profundamente, es señalado como inferior. Es mas, el rol que empieza no está definido, no se espera nada.
Krassoievitch, nos habla del fenómeno del “viejismo”, resultante del conjunto de prejuicios estereotipos, discriminaciones, que aplican a los ancianos, comparable al racismo, sexismo o cualquier tipo de rechazo. Los jóvenes empiezan este rechazo y termina por ser una imagen de sí mismo. Por consiguiente, es de esperarse que la vejez la mantenemos a distancia, algo que nunca va a llegar y no quiero saber de ella.
Con una formación tan deshumanizada, a los adultos mayores (la mayoría), les cuesta mucho trabajo adaptarse al nuevo período de vida. Se ha observado, que si hubo motivación, plenitud y actividad en fases anteriores, el proceso de adaptación será más fácil. Lo contrario producirá estancamiento, aburrición. Nuestra vejez, entonces, va a depender de un estilo de vida, de personalidad y de una situación social. Todo esto, implica tener presente una buena calidad de vida, aquella que yo me prodigo como individuo, y la que recibo de la familia, e instituciones del estado al que pertenezco.
Los ancianos deben seguir activos, no con la misma frecuencia de antaño, en tareas sustitutivas de otros quehaceres. La motivación es determinante para conservar la salud. La falta de atención de los procesos humanos, durante la vejez se acentúa, ya que el anciano empieza ser dependiente en detrimento de su integridad.
En la vejez, enfermedades y otros eventos, se convierten en situaciones de gran preocupación, , que en ocasiones pueden disparar un duelo anticipatorio ante la probabilidad de una pérdida. El duelo en este transcurso, puede provocar procesos normales o patológicos al haber sufrido con anterioridad otras pérdidas, además de saber que se acerca el momento de la muerte. En cada individuo será diferente según su filosofía de vida y de muerte, su contexto cultural que le da un giro específico.
En occidente la muerte es negada y se observa como un “acto individual”, tal y como lo pintan la literatura barata a través de los medios de comunicación, las personas prácticamente mueren solas, no contamos con una cultura de acompañamiento, como proceso integrado a este proceso natural.
En el caso del anciano (con algún tipo de demencia), y su relación con la familia puede pasar diferentes etapas, que es considerable tomar muy en cuenta, para prodigar en su momento la calidad adecuada. Puede pasar un primer período de pérdida y olvido, que generan alteraciones como nerviosismo, sufrimiento, a las cuales responden con incomprensión y muchas veces agresión. En una segunda etapa, el anciano se deprime, pues reconoce mayor número de deficiencias, restándole iniciativa. En ésta la familia responde con sobreprotección, creándole dependencia, y en la última, se puede presentar un grado severo de “despersonalización”, el se desconoce , y la familia a él, se ignoran sus necesidades y solo importa su comportamiento. Esto puede algunas veces determinar, que la familia se desestructure, al no haber los valores y el conocimiento de enfrentar la decadencia del anciano. Esta situación crítica, puede terminar en ingresar al anciano a una institución como extraño.
Todas las personas tenemos miedo a la muerte. La muerte es un proceso, al cual le damos un significado a veces diferente a lo largo de nuestras vidas y adoptamos también una postura frente a ella. Si la existencia la hemos vivido plenamente en el amor al trabajo, al prójimo, en general a las causa humanas, es haber formado ideas positivas y algo así, siempre habrá, aunque acontezca la muerte. Lo contrario, la posición de no valorar la vida, termina en un sentimiento de frustración y deseperanza.
Los ancianos no hablan muchas veces de miedo a la muerte, sino miedo a alguna enfermedad, que les propicie una larga agonía. Los mecanismos frecuentes es negarla y excluirla de la consciencia, también se dan conductas regresivas o dependientes, o mas acentuadas como fóbicas, hipocondriacas, depresivas, agresivas. También se da el caso de conductas joviales más adaptativas para convivir en sociedad, hacer reuniones por el deseo de compartir y ser amistoso, hacer viajes, en fin estar mas actualizados. Asimismo, se observa que las personas religiosas, aceptan la muerte sin tanta angustia y en las no creyentes, aumenta la culpa y el remordimiento.
Otra actitud que no se puede pasar por alto como comenta Reyes Zubiría, es el suicidio en la edad senecta, si no se investiga puede ser calificado como accidente, o bien formas lentas de suicidio como estar depresivo, bajo peso por no comer etc. El suicidio indica: no me hacen caso, no me quieren, estorbo, o viven en una insoportable soledad, o subyace una discapacidad. La respuesta en esta etapa, ya sea en familia o en las instituciones, es ayudarles a mantener la esperanza, y un sentido de vida.
El atender a los ancianos es de las tareas más nobles que podamos proponernos, como familia, empleados de instituciones especializadas, médicos, principalmente. Para los terapeutas y tanatólogos, es también de especial atención, pues se va a partir de una hoja en blanco, es decir, sin prejuicios. En las diferentes escuelas de terapia, la parte medular es el tratar de entender lo mejor posible al ser humano intelectual y emocionalmente. Si logramos esta comunicación, además objetiva estaremos en vías de aumentar su capacidad para adaptarse y cubrir necesidades según su edad, intereses, problemas y rasgos de personalidad.
El anciano es una persona con tanta experiencia, que el terapeuta aprende de él, y en el caso que se enfrente la muerte con ellos, la información será muy significativa. Una actitud de calidad ante el grupo senecto, es valorar al anciano en toda su dimensión humana, siendo honestos con nuestros sentimientos hacia ellos, la empatía es una forma de comprensión emocional. Como tanatólogo, es adecuado integrar su pasado en función del presente, y descubrir sus grandes necesidades ante la muerte, advirtiendo sus recursos y limitaciones.
ESPIRITUALIDAD Y RELIGIÓN COMO NECESIDAD Y RESCATE DE UN HUMANISMO.
Como hemos comentado desde el principio, al hombre se le entiende en diferentes planos: biopsicosocial y espiritual, siendo este último el factor integrador que le da unidad como persona. La espiritualidad es algo ontologicamente esencial al hombre mismo, nos dice Reyes Zubiría.
Este elemento, es su característica peculiar que lo distingue en su dimensión de vida, pues somos individuos con sentimientos que fundan la espiritualidad y nos permite relacionarnos intensamente con otros individuos y otros organismos vivos o no de la naturaleza. Perder este contacto, puede perturbar nuestro equilibrio, al romper la armonía con el medio ambiente y el prójimo. Comprender lo que el hombre conceptúa como espiritual, a través de su historia, es encontrar lo mas significativo del quehacer humano, su trascendencia.
La reflexión sobre cuestiones espirituales, es una decisión que concierne a cada individuo y que integra en su crecimiento hacia la calidad humana, esto es; nace de la necesidad de búsqueda, que lo lleva a observar en su interior, y en el exterior del mundo que lo rodea, la buena causa de su existir. El preguntarnos por el destino del hombre, es remontarnos también a su origen; ¿De dónde procedemos?, ¿Hacia dónde vamos?, necesitamos de respuestas verdaderas a nuestra existencia. La espiritualidad aún no religiosa, nos da una perspectiva segura de manejar la vida y de sentirla importante. Muchas personas, entienden la espiritualidad apartándose de la vida cotidiana, si bien es una decisión respetable, es una alternativa también más realista sentir la vivencia de emprender con gran amor nuestros trabajos y proyectos con los demás, con los que necesitan.
Algunas personas se dan cuenta del vacío espiritual en que viven, aunque aparentemente vivan bien. Se dejan influenciar y no acceden a un crecimiento intelectual y emocional, menos espiritual, que les permitan metas más altas y un destino valioso. Ser espiritual, es encontrar en las cosas sencillas satisfacción, plenitud, libertad y no apego, valores que consolidan a la persona, reconociendo la naturaleza transitoria de las cosas.
Entendida la espiritualidad del hombre, es como podemos entrar al terreno de la religión, ya como un sistema articulado, conocimiento de un ser supremo sobrenatural, que nos dé la esperanza a través de la práctica de valores y rituales nuestra salvación.
La religión es la respuesta para llegar al sentido profundo de sí mismo y del universo, y para conciliar las grandes fuerzas: amor-odio, bien-mal, alegría-dolor, etc. Dada la naturaleza espiritual del hombre, la religión motiva la dirección del pensamiento y actos humanos hacia algo culminante mas allá de lo físico, lo sagrado que es aquello a lo que guardo respeto, contrario a los intereses utilitarios
Si antes el ideal del hombre perfecto era el santo, hoy se transforma en los valores humanos que se interiorizan y se hace una opción privada, consuelo psicológico. El hombre actual comprende los valores que llegan del cristianismo pero no logra darle crédito, por lo cual se siente con vacío y tristeza en la consciencia. V. Frankl nos dice, que el hombre tiende a la divinidad por propia voluntad, es la aspiración del hombre abriendo paso a la religión.
El creyente, se vuelve por sus experiencias directas de sus fundadores los místicos, pero al paso del tiempo la tradición decae, y el cuerpo doctrinal de principios se desvirtúa, volviendo la espalda a la realidad y entrando a una irrealidad donde la religión puede ser factor de conflicto, o de discriminación. El reinterpretar o negar la religión, no deja de ser búsqueda de sentido. Buscar el sentido, es la dimensión mas amplia o universal que comprende a lo humano y ésta es difícil de entender, así como los fines que la rigen
El acercamiento a lo divino tiene que ver con la actitud de cada individuo con diferentes formaciones: intelectual, materialista, racionalista, antiemotivo etc. Si la actitud es otra, en cuanto se hable de una apertura de consciencia, podemos participar en el todo, en esa plenitud de la cual el hombre forma parte. Este asomarse, puede hacer el gran cambio de descubrir las posibilidades de ver la vida de otra manera; con amor, belleza, con valor. Dios da al hombre el don de la libertad, y nosotros buscamos nuestro sitio en el mundo y en el cosmos, como deseo consciente. Experiencias maravillosas que ocurren en cualquier lugar y de muchas formas.
Este tipo de vivencias, nos da un orden del universo y el hombre es un ser integrado en ese orden, alentando al creyente ortodoxo, al liberal, al científico, al agnóstico, pues este orden se da también a nivel humanista, o sentido último de la existencia, el universo es un todo coherente.
La labor del terapeuta, no es coartar la libre elección del individuo, es neutral, ante la búsqueda de creencias religiosas, el hombre decide, aunque en su elección, no sepa muchas veces el camino de la religión auténtica. Decía A. Einstein, en una ocasión al responder a la pregunta ¿Cuál es el sentido de la vida humana?, para dar con una respuesta satisfactoria, es preciso ser religioso. La búsqueda de Dios dice Fabry, es la búsqueda de la verdad que evoluciona en la revelación religiosa, en la investigación científica y en la búsqueda personal y prosigue diciendo, el punto crucial para el hombre, es encontrar la teología o filosofía que sea relevante para él, que le permita descubrir sus líneas de sentido personales, y guiado por su consciencia, seguirlas en la medida de sus posibilidades.
Si la relación del hombre con lo divino es inevitable, al hombre le toca convertir este lazo en su nivel de apreciación, pues el sentido existe aunque sea incognoscible para el mismo.
MIS SENTIMIENTOS
Para mi fue muy interesante hacer este trabajo, para indagar un poquito mas, y poner en orden mis pensamientos en torno a temas esenciales humanos. El haberme preguntado sobre lo que implica la calidad de vida, me llevó a encontrar una explicación mas amplia de esto que llamamos realidad actual, con una vasta y severa problemática, trama tejida muchísimos años atrás, pero que es suficiente para darme cuenta el alto grado de deshumanización en que vivimos.
El estudio de la tanatología, me hizo reflexionar sobre todo en encontrar los sentimientos esenciales ante el dolor y el sufrimiento anímico que significa la muerte, pero también la vida. Mi papel como terapeuta, ahora, es más seguro en el manejo de las pérdidas, que es un motivo de consulta muy frecuente y que tiene que ser abordado desde un enfoque psico-social y espiritualmente.
En especial lo correspondiente a los adultos mayores, me sensibilizó enormemente, porque es de las etapas finales y por lo mismo en esta se encuentra la labor de la tanatología, tan necesaria, dada la ubicación social de esta etapa en cuanto no procurada, y atendida. Mi actitud cambió para mejorar, en el cuidado de mi madre que cuenta con 88 años y está enferma. Mi comprensión creció y mi amor por ella. Me siento muy satisfecha en mi servicio.
Por otro lado, entrar al área de la espiritualidad, fue decisivo al tener ahora un horizonte en donde se contempla al ser humano. Creo que mi camino hacia Dios, es la compasión en la tarea que decidido llevar.
Maestra, me resta decirle muchas gracias por este buen curso que compartí con usted. Me ayudó a entrar a un terreno difícil y misterioso del hombre y realmente se lo agradezco.
ELENA YOLANDA LOZANO ORTEGA
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