Manejo del duelo y atención tanatológica de los sobrevivientes.
Hablar de la muerte implica hablar de la existencia misma del Hombre, y desde la perspectiva de él como Persona, en todas sus dimensiones, es decir de manera holística. Sólo cuando el Hombre es visto como una Persona Total, no fragmentada, sintiéndose y sabiéndose entero, podremos entender cómo puede superar el sufrimiento que conlleva la muerte y salir plenamente de su dolor.
El dolor existe, está presente en nuestra vida cotidiana, desde el momento en que nacemos lo único seguro en nuestra vida es que algún día vamos a morir. Aunque se dice que morimos como vivimos, lo único que no estamos ciertos es la manera en que va a suceder.
Hay muchas maneras de morir, todas son siempre dolorosas para los que se quedan, aunque algunas muertes sean esperadas. Y hay cierto tipo de muertes, que por su naturaleza y las circunstancias en las que se presentan resultan ser para los que sobreviven, experiencias traumáticas. Me refiero a las que se dan como consecuencia de desastres naturales, violencia callejera, terrorismo, guerras, asaltos, secuestros, venganzas, y accidentes.
La vida moderna está plasmada de este tipo de experiencias, en las grandes ciudades o en ciudades fronterizas de nuestro país, donde la violencia es parte de la vida cotidiana y donde la gente aprende a vivir con miedo. Y también, podemos ver a través de los medios de comunicación imágenes espeluznantes de muertes masivas, unas generadas por el hombre, que ha terminado siendo depredador de sí mismo, y otras, por la manera violenta en que la naturaleza se expresa.
En estas muertes masivas, las víctimas terminan siendo gente inocente, el dolor lo experimentan los sobrevivientes, que aterrorizados, observan los cadáveres de sus seres queridos, familiares o amigos, y en muchos casos desesperados buscan los cuerpos de los desaparecidos, no siempre con éxito. El olor a muerte impregna todo… la experiencia deja a las personas como suspendidas en el tiempo, con una sensación de vulnerabilidad y desprotección que los acompañará toda su vida.
Estamos hablando de un evento con características especiales, con un impacto emocional que muchas veces sobrepasa la capacidad natural del ser humano para hacerle frente a lo inevitable, a los dolores más profundos que son la muerte y la desesperanza. Un evento traumático que deja una huella tan profunda que marca para siempre la vida del sobreviviente, no sólo porque puede haber perdido a un ser querido, sino que él mismo puede haber quedado herido y con marcas de pérdidas personales, entre ellas la salud.
Ante el reto de acompañar a las personas que sufren este tipo de pérdidas, mi papel como profesional de la salud y tanatóloga demanda un mayor conocimiento del impacto que producen estos eventos.
Es por eso que mi propuesta de trabajo final es un ensayo sobre la muerte en condiciones traumáticas y la atención tanatológica que requieren los sobrevivientes.
➤Antes que nada tenemos que empezar por entender:
- ¿Qué es un evento traumático?
- ¿Qué es el estrés postraumático?
- Naturaleza y Desarrollo del Trastorno
- Impacto de la muerte en condiciones traumáticas
- El papel del tanatólogo ante este tipo de eventos y la atención a los sobrevivientes.
- Conclusiones
EVENTOS TRAUMÁTICOS
Son “cualquier evento o situación donde se experimente estar expuesto a peligro extremo y se tema por la vida”, es decir, desde actos de violencia doméstica cotidiana, hasta asaltos, accidentes, secuestros, desastres naturales como huracanes, terremotos, incendios, guerras. También está incluida la pérdida de un ser querido, debido a una enfermedad o muerte súbita.
“Etimológicamente del griego, trauma significa herida o lasceración . En el contexto psicoanalítico se refiere a la intensidad de un evento al que el sujeto no se halla en grado de responder de una manera adecuada” . También se dice que el trauma es un choque o impresión afectiva que deja huella profunda y duradera a nivel inconsciente.
Inicialmente, fue a raíz de los movimientos pacifistas y de los que están en contra de la violencia doméstica y sexual (que en muchas ocasiones provoca la muerte de las víctimas donde, generalmente, hay niños que participan como observadores), lo que hizo que aumentara el interés por el estudio del trauma psicológico, de sus consecuencias y su tratamiento. El impacto de este tipo de situaciones traumáticas es considerado como el orígen de muchas patologías tales como drogadicción, depresiones, problemas de alimentación, etc.
Actualmente, se ha hecho necesario también auxiliar a víctimas de estrés postraumático debido a desastres naturales, secuestros, ataques terroristas, torturas y accidentes, así como el personal que colabora rescatando y asistiendo a las víctimas (bomberos, paramédicos, médicos, y enfermeras, entre otros).
El estrés postraumático, afecta a personas de cualquier edad, incluyendo los niños, siendo precisamente éstos los más vulnerables a los efectos a largo plazo. Después de un evento de este tipo el estilo de vida de las personas se altera, llegando a haber cambios radicales como de trabajo, de domicilio, de ciudad (en los casos de asaltos o secuestros por ejemplo); las relaciones interpersonales se resienten y en muchos casos pueden llegar a destruirse (sobre todo cuando involucra la muerte de un ser querido).
Es hasta 1980 que el estrés postraumático es considerado como trastorno, y es entonces que la Asociación Psiquiátrica Americana lo define como “un trastorno mental que puede desarrollarse como una respuesta a un trauma psicológico o físico”. Este criterio fue ligeramente cambiado en 1987, sin embargo, los conceptos se mantienen igual. Lo importante es que a partir de entonces se iniciaron trabajos de investigación, estrategias de intervención y programas de prevención.
Los profesionistas de la salud física, mental, emocional y espiritual, saben que su intervención en este tipo de eventos, es fundamental para ayudar a las víctimas sobrevivientes a recuperar el control, evitar la crisis nerviosa inmediata, facilitar la toma de decisiones sobre la marcha y confortar el espíritu . Esto es la manera en que se interviene inicialmente, posteriormente se recomienda el acompañamiento tanatológico en el caso de la muerte de un ser querido y la psicoterapia para sanar las heridas del trauma.
En ambos casos hay que trabajar con el sentimiento de remordimiento agudo y culpa que sufre quién ha presenciado la tragedia, pero que ha logrado salvarse y que se conoce como “culpabilidad del sobreviviente”
¿Dónde reside la esencia del trauma?
Inicialmente, para que un evento fuera considerado como trauma, se requería que el evento al que había sido expuesto la persona sobrepasara el rango normal de la experiencia humana y que produjera una respuesta traumática.
Actualmente, como la vida moderna expone normalmente a las personas a eventos traumáticos y como se considera que estos forman parte de la experiencia humana, tarde o temprano todos padecemos eventos que nos lastiman o nos hieren, pero no todos respondemos ante ellos con la misma intensidad. Por eso, para que el evento sea considerado traumático, lo que se toma en cuenta es la manera en que la persona reacciona ante ese evento, ya que el mismo evento puede generar respuestas diferentes en diferentes personas; a una la puede traumatizar y a la otra, no.
Aunque ya no se hace mayor incapié en el evento en sí, sino en la respuesta traumática, hay que tomar en cuenta que “el impacto es diferente cuando el trauma ha sido provocado por la mano de otro ser humano (como en los actos de terrorismo, de violación, secuestro, asesinato de un ser querido, muerte por violencia familiar), es más doloroso y duradero que cuando se trata de catástrofes naturales o de accidentes”
En estos casos, sentimientos como el enojo, culpa, impotencia y desesperación están presentes, junto con otros síntomas como desequilibrio afectivo, hostilidad retraimiento social, pérdida de creencias y valores, así como comportamiento agresivo y autodestructivo.
Entonces, lo que lo define como trauma es la “respuesta traumática” cuya característica es: que sea una respuesta emocional intensa hacia el evento traumático, como horror, terror, pánico.
Los síntomas que sufren las víctimas del trauma son de tres tipos:
- Reexperimentación del evento traumático (flashbacks, pesadillas, etc.)
- Evitación de los estímulos asociados al trauma y embotamiento psíquico y emocional (sentimientos de desapego, anhedonia, amnesia total o parcial del evento, etc.)
- Incremento persistente del estrés-arousal, hiperactivación (hyperarousal (sobrexcitación), hipervigilancia, dificultades para dormir, respuesta de sobresalto, irritabilidad, etc.)
Como hay una dificultad para archivar el evento traumático en la memoria explícita o narrativa, y quien lo sufre parece haber quedado congelado en el tiempo, fijado en el hecho traumático, se suele interpretar este trastorno como una falla en el mecanismo de la memoria.
La persona parece condenada a vivir en eterno conflicto ante la necesidad de evitarlo, olvidarlo, anestesiando sus sentimientos y reacciones para evitar el sufrimiento y, al mismo tiempo, en un aparente intento por procesarlo para archivarlo, termina reviviéndolo permanentemente.
ANALICEMOS A FONDO CADA UNO DE LOS SÍNTOMAS DE ESTA FORMA EXTREMA DE ESTRÉS HUMANO
A) “Los síntomas de reexperimentación pueden producirse de maneras variadas:
- Por la aparición recurrente de pensamientos, sentimientos, o imágenes relacionadas con el evento traumático.
- Por sueños y pesadillas recurrentes que producen malestar.
- Por la sensación de estar viviendo nuevamente el evento traumático, ya sea en forma de flashbacks, episodios disociativos, ilusiones o alucinaciones.
- Por reacciones fisiológicas o psicológicas intensas de malestar, ante la presencia de cualquier estímulo que recuerden o simbolicen el evento traumático.
Es importante destacar que “cada nueva reexperimentación del hecho traumático, provoca en el individuo una réplica de la reacción del estrés original frente al trauma, provocando así una retraumatización. De esta manera, el trauma se autoperpetúa”. Dejando a la persona en una posición completamente vulnerable, temporalmente detenido y reexpuesto al hecho traumático.
B) Bajo la categoría de los síntomas de evitación tenemos dos tipos de síntomas:
- • 1.- Los de evitación en el sentido estricto, en los cuales se incluyen los esfuerzos por evitar los pensamientos, las sensaciones, las personas, los lugares, las actividades y los hechos que recuerden el evento traumático.
- • 2.- Los de caracter disociativo o de embotamiento psíquico, dentro de los cuales se encuentran:
- La incapacidad para recordar aspectos significativos del evento traumático.
- La reducción del interés o de la participación en las actividades que les resultan significativas.
- La sensación de desapego o enajenación o extrañamiento.
- Una reducción significativa de la vida afectiva, con incapacidad de experimentar sentimientos positivos.
- La sensación del futuro como desolador y la desesperanza.
La persona genera estos síntomas como una manera de intentar protegerse de las emociones que resultan intolerables, ya sea evitando directamente cualquier cosa que recuerde al trauma, o bien, anestesiándose emocionalmente. Esto lo hace de diferentes maneras, ya sea a través de mecanismos disociativos o síntomas de amnesia, ya sea por medio del consumo de sustancias o de trastornos alimenticios u otro tipo de adicciones, como al trabajo.
C) Los síntomas de hiperactividad, también denominados hiperarousal, son:
- Los trastornos de sueño
- Trastornos en la concentración
- Estado anímico irritable
- Hipervigilancia
- Respuestas de sobresalto exagerada
Con estos síntomas, el paciente está siempre en guardia….intentando permanecer a salvo de la reexposición del evento traumático. El problema es que la persona nunca se siente a salvo; el sentimiento de vulnerabilidad y desprotección siempre está presente; es por eso que es imprescindible la construcción de una buena alianza terapéutica y tanatológica que permita al paciente sentirse protegido y desarrolle sus propios recursos internos para sanar las heridas del trauma.
Es importante señalar nuevamente que por las características del trastorno, muchos de los síntomas son confundidos con otros trastornos como el trastorno depresivo, el de somatización, simulación, deficit de atención, personalidad borderline, personalidad antisocial, e incluso algún tipo de trastorno psicótico.” En los niños, en lugar de la respuesta de miedo, horror e impotencia, se presenta un comportamiento desorganizado o agitado y el impacto se refleja posteriormente en problemas de conducta, alteración del sueño, en la alimentación y en bajo rendimiento escolar, entre otros.
NATURALEZA Y CURSO DE DESARROLLO DEL TRASTORNO
“El estrés postraumático puede ser también visto como una combinación de recolección de imágenes y una excesiva excitación-evocación, especialmente del sistema nervioso simpático (Everly and Lating, 1995). El embotamiento y aislamiento es considerado como una reacción secundaria a la irrupción de la recolección de eventos y al incremento en la evocación-excitación.
Desde esta propuesta podemos entender que:
- “El trastorno de estrés postraumático puede representar una variación extrema de mecanismo de sobrevivencia. Si recordamos que este trastorno surge de la exposición a algunos eventos que son una amenaza a la vida o de otra manera capaces de agobiar y sobrepasar los mecanismos normales para enfrentar situaciones estresantes.
- “Pudiera ser que la respuesta de sobrevivencia de la mente ante el evento esté profundamente enraizada en la memoria, de tal manera que, situaciones similares en el futuro, puedan ser evitadas (o que la persona esté preparada para enfrentarlos).
- “La respuesta de sobrevivenvia del cuerpo puede ser la de crear un estado crónico de excitación que lo mantiene a uno preparado para enfrentar o huir ante la menor provocación o amenaza.
- “Puede ser que los síntomas de adormecimiento o embotamiento, especialmente el de aislamiento, representen un mecanismo de conservación de energía diseñado para permitir la recuperación de la fortaleza después de un evento traumático”.
Esquema anterior: Modelo del Proceso del Trastorno de Estrés Postraumático (Fuente: Adaptada por Everly and Lating, 1995)
“Si analizamos el trastorno de estrés postraumático podemos encontrar dos factores subyacentes: una hipersensibilidad neurólogica y una hipersensibilidad psicológica (Everly, 1991). Por esta razón podemos referirnos a él como un trastorno que tiene una base neurocognitiva.
“En términos neurológicos, la exposición a un evento traumático puede dar como resultado la hipersensibilidad dentro de las redes neurológicas del sistema límbico neurosubcortical. Desde el punto de vista funcional, tal hipersensibilidad representa una disminución del umbral por excesiva excitación o evocación. De tal manera que la mínima irritación o provocación puede resultar en ira, daño general de la memoria, pánico, aislamiento, reacciones impulsivas, u otras formas extremas de reacciones al estrés.
“La base biológica para tal hipersensibilidad y anormalidades puede incluir cascadas masivas de diversas sustancias como catecolamina, secreciones anormales de cortisol y la liberación endógena de opioides (Everly y Lasting, 1995). Muskerjee (1995) ha incluso revisado evidencia que sugiere que el núcleo del hipocampo de las víctimas de estrés postraumático podría estar tan adversamente afectado por el trauma que puede dar como resultado una reducción en la masa celular del 13 al 26 porciento. Semple y sus colegas (1993) encontraron que las personas diagnosticadas con estrés postraumático y abuso de sustancias presentan evidencias de un patrón anormal del flujo sanguíneo en la corteza orbital frontal así como en la subcorteza del hipocampo.
“Psicológicamente, puede ser que la exposición a los eventos traumáticos crea una hipersensibilidad dentro de los importantes mecanismos usados para mantener la homeostasis psicológica y que son utilizados por todos los individuos. De manera más específica, el trauma, rompe algunos supuestos importantes acerca de la naturaleza de nuestro mundo. Fue Abraham Maslow quien se dio cuenta que una de las necesidades humanas más básicas, segunda en orden de importancia después de la necesidad de comida, es la necesidad de seguridad.
“Lo interesante es que los eventos traumáticos por su propia naturaleza, violan, retan y destruyen muchas de las suposiciones que tenemos acerca de cómo debe ser la vida en general y el mundo alrededor de nosotros. Al hacerlo, estos eventos crean un vacío psicológico y este vacío representa un “rompecabezas psíquico” que produce hipersensibilidad a las percepciones de amenaza, desmoralización y pánico.
¿Cuándo aparece como Trastorno el Estrés Postraumático?
El Trastorno de Estrés Postraumático aparece de forma brusca, incluso años después de haberse producido el evento traumático. La aparición tardía de los síntomas dificulta el diagnóstico porque el paciente no hace referencia directa del evento, y muchas veces no es evidente para él la vinculación entre la experiencia traumática y sus síntomas.
Como ya se mencionó antes, es necesario que se investigue dentro de la historia clínica, la existencia de experiencias traumáticas en el paciente, como un elemento importante para el diagnóstico diferencial que nunca deberá ser omitido. Hay que recordar que el paciente de manera natural evitará hacer referencia a cualquier evento traumático, por lo que se sugiere, rastrearlo habiendo creado ya un espacio seguro y una buena alianza terapéutica.
Las posibilidades de resolución espontánea del trauma se da en la mitad de los casos, en el lapso de los tres primeros meses después del evento. El resto requiere para su resolución de atención psicoterapéutica.
Mientras más pronto reciban ayuda psicoterapéutica, más rápida es la resolución del trauma. El problema es que si la intervención demora mucho tiempo, el paciente estructura su vida en torno a los síntomas. Esto altera su vida, dañando sus actividades sociales y laborales, afectando sus relaciones interpersonales, familiares y su rendimiento en general, lo que hace que la recuperación resulte más lenta y presente mayores dificultades.
Nuestro trabajo como tanatólogos al atender a los sobrevivientes de eventos traumáticos que han perdido a alguien en estas condiciones, es trabajar con ellos la pérdida, considerando la necesidad de atención psicológica posterior al acompañamiento tanatológico, con el objetivo de sanar las heridas del trauma y de esta manera tenga la posibilidad de continuar su vida en las mejores condiciones posibles, evitando también la aparición de otros trastornos como consecuencia del evento traumático.
{mospagebreak}¿Cuál es el porcentaje de incidencia de éste trastorno en relación a otros?
De acuerdo a la literatura científica, hasta un 80% de los pacientes diagnosticados con Trastorno de Estrés Postraumático presentan al menos un trastorno psiquiátrico más; esto incluye: (Friedman,1996)
• trastornos afectivos (26-65%)
• de ansiedad (30-60%)
• alcoholismo o abuso de drogas (60-80%),
• trastornos de personalidad (40 al 60%).
FACTORES DE PREDICCIÓN
Para poder determinar qué factores predicen mejor la posibilidad de que alguien que ha sido expuesto a un evento traumático desarrolle un Trastorno de Estrés Postraumático, hay que tomar en cuenta dos de los predictores más precisos:
De acuerdo a las características de quien se expone al evento,
1) La historia previa de trauma de la persona, es decir que quien ha tenido otros traumas en su vida está más expuesto a desarrollar el trastorno.
2) Las reacciones disociativas durante e inmediatamente después del evento traumatico. Y aquí se refiere a aquellas personas que reaccionan generalmente con embotamiento emocional, o experimentando el evento traumático desde una posición de observador, como si le estuviera sucediendo a otro, con ausencia de dolor, o percibiéndose a sí mismo como si estuviera fuera de su cuerpo.
Es importante mencionar que en el DSM-IV, se introduce un nuevo diagnóstico, el del Trastorno por Estrés Agudo, donde aunque los criterios son similares al del diagnóstico del Trastorno por Estrés Postraumático, se hace incapié en los síntomas disociativos antes mencionados. Estos síntomas hacen que cualquier persona que desarrolle Trastorno por Estrés Agudo esté en mayor riesgo de que estos síntomas se perpetúen, pero ya en forma de Trastorno por Estrés Postraumático. Los síntomas pueden considerarse desde dos puntos de vista:
Por las características del evento traumático,
• Los que son infringidos por el ser humano
• Los que son infringidos por familiares o personas en las que se debería confiar
• Los que son repetidos y reiterativos
• Los que son sufridos a edad temprana
• Los que son infringidos bajo presión para guardar silencio
En contraposición a los que son:
• De carácter natural, como desastres naturales
• Los que no son intencionales, como accidentes
• Los que son hechos únicos, no se repiten
• Son sufridos a una edad más avanzada
• Hablados libremente
Después de éste análisis, quisiera hacer incapié en la necesidad de separar los abordajes considerados necesarios para los sobrevivientes:
• Estamos ante un duelo muy complejo y difícil de abordar por las condiciones traumáticas en las que surge. Como tanatólogos necesitaremos acompañarlos en el proceso de duelo, buscando trabajar en equipo con los terapéutas especializados en es tipo de trastornos.
• Y ante un evento que por sí mismo altera la vida de la persona física, mental, emocional, social y espiritualmente e independientemente de que se pierda alguien significativo, la vida de la persona que sufre un trauma psicológico no vuelve a ser la misma, ya que la sensanción de vulnerabilidad y desprotección lo acompañarán siempre. ¡Un estado de alerta permanente queda instalado!.
MANEJO TANATOLÓGICO DE LA MUERTE OCASIONADA EN CONDICIONES TRAUMÁTICAS
Cuando el duelo surge inesperadamente, ya sea por accidente, por crimen, secuestro, violencia familiar, o cuando es Muerte Masiva provocada por la naturaleza o por el odio o fanatismo del hombre, o cuando se trata de suicidios individuales o colectivos, estamos hablando de Muerte no Esperada.
Y aunque todos sufriremos por una muerte no esperada, la característica específica de éste tipo de muerte es, que, no es anunciada y mucho menos sospechada. Nos toma por sorpresa, y en estos casos nuestro yo es inundado sobrecargándolo en sus capacidades adaptativas, generando así una respuesta traumática en la mayoría de los casos. Es por eso, que, el duelo que surge en este tipo de muertes, se torna más complicado de resolver.
Al ser sorpresivo y en condiciones traumáticas, la seguridad y la confianza se desmoronan, la gente puede quedar suspendida en el tiempo, reaccionar con terror, pánico y sintiéndose completamente vulnerable y desprotegida. Si la muerte es causada por otra persona, el dolor es mayor y casi siempre deja a los sobrevivientes con sentimientos de culpa, su mundo queda invadido por una sensación de desorden inexplicable y de inseguridad.
Como ya hemos analizado el estrés postraumático, podemos ahora entender que, las condiciones muchas veces traumáticas en las que se genera este tipo de Muerte no Esperada hacen que la elaboración del duelo sea mucho más difícil, requiera mayor tiempo y los síntomas dolorosos sean mucho más persistentes.
Esto es porque la capacidad que tiene el sobreviviente para asumir la muerte es menor por el hecho de no haber estado emocionalmente preparado y porque al ser consecuencia de condiciones traumáticas hacen que se generen respuestas muy específicas como: la reexperimentación, la evitación de pensamientos, sensaciones, y de todo aquello que tenga que ver con el evento, así como la posibilidad de que la persona se quede en estado del shock, se disocie, o presente embotamiento psíquico.
Todos estos síntomas son generados como una manera de intentar protegerse de las emociones que resultan intolerables. Nuestro trabajo como tanatólogos sera evitar que se queden atrapados en la etapa del shock y ayudarlos a que puedan superarla.
Aunque hay circunstancias en que no se debe ver un cadáver, y tampoco podemos obligarlos a despedirse viéndolo, es importante recordar que los sobrevivientes tienen derecho de ver el cadáver aunque esto sea impactante; dejarlos solos un rato con el difuto, respetando la privacidad e intimidad, permitirles que lo lloren, que lo abracen, que lo besen, que le hablen, que se despidan de él. El duelo se complica cuando el cuerpo no aparece, entonces la herida queda abierta haciendo que el duelo se convierta en una pesadilla sin fin.
Cuando la emoción del shock es demasiado fuerte (como en el caso de las muertes bajo condiciones traumáticas) el Dr. Reyes Zubiriá recomienda tomar en cuenta tres cosas:
• Evitar la represión y facilitar la expresión protegida de las emociones.
• En el caso de histeria, controlarla.
• Promover la participación activa del doliente, evitar que caiga en una actitud pasiva que lo incapacite para seguir adelante con su vida y también para que logre encontrar una manera sana de adaptarse nuevamente al ambiente y a la ausencia del ser querido.
{mospagebreak}Todo lo anterior implica:
• Que el doliente se dé permiso de tener y expresar todas las emociones de dolor sin reprimírselas.
• Que esté con el cadáver de la persona amada para que haga todo lo que necesita demostrarle.
• Que lo dejemos vivir su vida como pueda en esos momentos, meses quizá, incluso si su conducta a veces, no resulte ser tan racional.
• Ayudarle a que descubra nuevas metas, nuevos caminos, otros tipos de exigencias, diferentes objetivos y otra razón diferente de ser y de vivir.
Es importante recordar que todo dependerá de las características específicas de la Persona, única e irrepetible, perteneciente a una familia, ambos inmersos en el ambiente sociocultural que los define. Y son justamente los familiares, y las amistades, los que algunas veces, en lugar de colaborar favorecen los reacciones negativas.
También es importante recordar que, como tanatólogos debemos vigilar las posibles apariciones de culpas, que van a surgir necesariamente. Creativamente idear modos de despedirse, promover un ritual de acuerdo a los valores y creencias de los deudos; aunque sea tardío este ritual, es muy importante que se lleve a cabo. Hay además que considerar que, si son sobrevivientes de eventos traumáticos masivo, aparecerá también la “culpa del sobreviviente”, esto hará más complejo y prolongado el duelo.
Otro de los sentimientos con los que hay que trabajar es la rabia, sobretodo en los casos de accidentes; rabia hacia el que murió, hacia Dios y hacia el Yo que de alguna manera hizo algo, o consintió lo necesario para que se pudiera dar el accidente. En el caso de los sobrevivientes, además de la culpa, la rabia genera mucho por qués que no tienen respuesta, lo que provoca más culpas por la terrible desesperanza que generan. Muchas veces, en estos eventos traumáticos donde hay que reconocer cuerpos quemados, ensangrentados o mutilados, generan una especie de embotamiento psíquico, desconección momentánea de la realidad y dificultad para entender el sentido que tiene esa muerte.
Cuando la muerte es consecuencia del crimen, al ser provocados por el hombre genera una respuesta más dolorosa llena de impotencia y rabia hacia el asesino y hacia la justicia, porque surge un agravante mayor: el sentido de injusticia que surge. Si el crimen es por asalto y hay sobrevivientes, hay que verlo también como evento traumático, si es por secuestro, además de las condiciones desgarradores e infrahumanas en las que se encuentra al cuerpo, hay que tomar en cuenta el período de tiempo que dura el secuestro, que se vive muchas veces como una muerte anticipada y que genera en las familias un profundo desgaste emocional previo al duelo, ¡Se vive como una pesadilla!
Como tanatólogos, ante este tipo de muertes provocadas por el hombre, hay que vigilar las consecuencias que pueden tener ciertas rabias, enojos, odios hacia otros y contra el yo del paciente. También es importante estar pendiente de los consejos que éste reciba de parte de algunos familiares y amigos en relación a la manera de proceder en contra de los culpables. Hay que tomar en cuenta que muchas veces existe la posibilidad de represalias, lo que genera más miedo y más vulnerabilidad y angustia. Es importante, entonces, velar para que no haya inquietud, para que no haya zozobra.
En el caso de las Muertes Masivas se consideran dos tipos:
• Las que son provocadas por el hombre
• Las que lo son por causas naturales.
Independientemente del tipo que sea, este tipo de muerte nos muestra, probablemente, más que cualquier otro, la vulnerabilidad de la vida y el sufrimiento que provoca el estar consciente de esta realidad.
La primera, provocada por el hombre, es realmente un asesinato masivo, aunque en algunas ocasiones se considere homicidio imprudencial. De cualquier manera, para los sobrevivientes no hay explicación racional alguna, ni se le puede encontrar ninguna causa justa.
Independientemente de la causa, para comprender el impacto que deja este tipo de muerte, es conveniente recordar lo que menciona Reyes Zubiría: la Muerte en sí es lo que le da Sentido a la Vida, desde la definición del Hombre como peregrino de la Vida.
El problema es que cuando se trata de una muerte masiva provocada por el hombre, se pierde, necesariamente el sentido de vida; porque tal muerte dejó de tener una experiencia significativa en un sentimiento personal, se convierte en anónima.
¡Entonces, si se pierde el sentido de la Muerte se extravía, consecuentemente el sentido de la Vida! Esto, provocará dolor extra en el sobreviviente.
Alfonso Reyes menciona que, además del impacto de la Muerte Masiva el sobreviviente presenta ciertas características:
• Impresión de la Muerte y que lleva a la reexperimentación del trauma.
• Culpabilidad por la Muerte, que genera inutilidad e impotencia ante el suceso, inactividad forzada, sentirse y saberse incapaz de poder haber hecho algo.
• Insensibilidad Psíquica, incapacidad de sentir más. Se crea un auténtico bloqueo, como necesario mecanismo de defensa. Esta insensibilidad logra que el duelo se torne sordo; entonces, durará más, y cuando ya no se pueda reprimir más explotará como un volcán.
• Síndrome de Supervivencia, cuya sintomatología incluye estados depresivos crónicos, tendencia enfermiza al aislamiento, ansiedad recurrente, problemas de memoria, trastornos psicosomáticos, junto con recuerdos brutalmente dolorosos.
Lo que sucede inevitablemente es que se pierde la confianza básica en el mundo, los hombres y las instituciones. Sin embargo, en circunstancias de muertes masivas como el holocausto nazi, Vicktor Frankl menciona que sólo pudieron seguir vivos los que no perdieron el sentido de su vida y encontraron el sentido del dolor. Y esto es lo que siendo tanatólogos tenemos que trabajar con los sobrevivientes, ellos solos no saldrán adelante.
Requiere entonces que como tanatólogos nos preparemos y formemos profesionalmente de manera profunda, para que, entendiendo el impacto de este tipo de trauma podamos acompañar a los sobreviviente de manera más efectiva.
{mospagebreak}En el caso de la Muerte Masiva por Causas Naturales las reacciones son similares a las provocadas por el hombre, aunque amplificadas, ya que no nada más se trata de la pérdida de una persona sino que generalmente son varios miembros de la familia los que mueren, dejando al sobreviviente ante la tragedia de quedarse casi o completamente solo, quizá sufriendo también la desaparición de sus bienes materiales, lo que lleva a vivir la muerte como pérdida total. Ésto hace que el duelo sea muy difícil de sobrellevar. ¡El efecto del trauma se multiplica, el impacto es muy profundo y abarca a todo el Yo, el dolor es desgarrador!
La pregunta obligada para todo tanatólogo es, si…¿estamos preparados para enfrentar este tipo de contingencias?
Como sobrevivientes de un evento traumático, nosotros también estaremos expuestos a serios problemas psicológicos y emocionales, lo que probablemente nos incapacite para manejar nuestros sentimientos internos, y genere tensión crónica, mucha confusión y total agotamiento. Además, sufriremos durante largo tiempo, pesadillas o insomnio, nuestras relaciones interpersonales se van a ver afectadas, y también presentaremos una notoria incapacidad para concentrarnos, lo que aumentará las probabilidades de accidentes laborales.
El sobreviviente de este tipo de Muerte Masiva, además de estar en duelo, está experimentando estrés postraumático, experimentando culpa por haber sobrevivido, porque siente que no fue capaz de defender a los suyos, que no hizo lo suficiente para salvar a otros.
Nuestro trabajo como tanatólogos es hacer que el paciente se enfrente a sus recuerdos a pesar de que él prefiera evadirlos, llevarlo a que se pregunte una y otra vez, las veces que sean necesarias, por que actuó como actuó, hasta que descubra por sí mismo, que hizo lo que creía que era lo mejor o que no tuvo otra opción. Lo dramático de la Muerte Masiva es que genera un sentimiento de desvastación de extrema vulnerabilidad.
Finalmente, hay que buscar que se absuelva a sí mismo, para que a través del autoperdón inicie el camino hacia la paz interior y que el mundo entero adquiera nuevamente sentido y orden.
Ante este tipo de eventos se hace evidente la necesidad de formar grupos de terapia tanatológica y de establecer maneras de ayudar tanto a los grupos de ayuda, formados por personas que en su mayoría no están preparadas, así como a los sobrevivientes que estén buscando a sus seres queridos; sobretodo ellos, que estarán experimentando un estado de shock que sobrepasa a sus capacidades humanas.
Por eso es necesario, bajo esas circunstancias, crear un plan, con metas a corto, mediano y largo plazo, que les dé un nuevo sentido de vida a todos los que tienen que vivir con la carga de seguir vivos. También, hay que considerar la necesidad urgente de incluir tanto el apoyo espiritual como el religioso para los sobrevivientes. Y es en estos casos que la presencia del equipo de salud multidisciplinario, especializado en este tipo de eventos, se hace urgente e indispensable
Como insiste Reyes Zubiría, “nuestro trabajo exige, sin lugar a dudas, de un profesionalismo muy serio, una formación tanatológica profunda y una entrega y amor incondicional a toda prueba”.
CONCLUSIONES
El desarrollo de éste ensayo ha sido para mi otro gran reto: el de unir como profesionista de la salud tres visiones complementarias al servicio de la gente que sufre los dolores más fuertes que son la Muerte y la Desesperanza.
En primer lugar, mi visión como terapeuta y mi experiencia clínica, me llevó a la necesidad de hacer un primer estudio a fondo del Trastorno de Estrés Postraumático, el cual me permitió desarrollar y poner en práctica estrategias de intervención y apoyo para sanar las heridas del trauma, así como la posibilidad de compartirlo con otros colegas en talleres.
En segundo lugar, mi nueva postura como tanatóloga, me permite tener una nueva perspectiva de la vida y la muerte, para desde ahí, ahora tener la posibilidad de acompañar amorosamente, ante el dolor de la pérdida de un ser querido; y con esta nueva mirada, hacerlo de manera profesional, responsable y, sobre todo, humana.
Y finalmente desde la mirada como Logoterapeuta, ayudar a las Personas a encontrar nuevamente el sentido a su vida, impulsada por el eco de la voz de Vicktor Frankl que nos recuerda que “La vida tiene sentido bajo cualquier circunstancia”.
Por mi parte, considero que cualquier persona que haya tenido una experiencia traumática, y que haya experiementado la pérdida de seres queridos, se merece la oportunidad de recuperar su vida en todos los niveles, su bienestar completo, sus relaciones y su derecho a ser nuevamente feliz y reencontrarle el sentido a su vida.