“El mismo estrés que hace enfermar a una persona puede constituir una experiencia vigorizante para otra”
(Selye, 1956).
La experiencia del estrés puede ser positiva y negativa. La experiencia del estrés es personal, por lo tanto tiene una carga especialmente subjetiva. Cada persona lo experimenta de manera diferente, la misma experiencia puede ser para una persona una experiencia vigorizante y a otra puede enfermarla.
Como las condiciones cambiantes de nuestro medio ambiente no siempre son favorables, y la adaptación con frecuencia es mala o excesiva, es necesario ahora comprender el estrés desde sus consecuencias negativas e incluso patológicas, o, por el contrario, positivas.
Hablamos de “estrés positivo” o eutrés cuando las respuestas del organismo se hacen en armonía, con naturalidad y sin consecuencias desagradables pues se adaptan bien a las capacidades físicas y psicológicas de la persona. Por el contrario, cuando las respuestas exigidas por una demanda intensa y prolongada, agradable o desagradable, resultan excesivas y superan las capacidades de resistencia y adaptación del organismo, nos estaremos refiriendo a un estrés negativo o distrés, relacionado con el concepto que en inglés significa angustia: distress. (Bensabat y Selye 1984).
Entonces, en lugar de luchar contra el estrés o tratar de eliminarlo, es mejor aprender a manejar las respuestas que damos ante las situaciones estresantes, promoviendo pensamientos y conductas saludables para aprovechar el estrés positivo y, así, vivir nuestras vidas de una manera más entusiasta, relajada, productiva; buscando también nuestro propio bienestar saludable aprendiendo a prevenir y a manejar los efectos negativos del estrés.
Vicktor Frankl dice que “no es la falta de tensión sino más bien la tensión positiva la que le da sentido a la vida”.
Para prevenir los efectos del estrés negativo hay que adquirir hábitos de vida saludables, como hacer ejercicio, llevar una alimentación sana, dormir suficiente, evitar el consumo de cigarro, reducir el consumo de alcohol, estar más concientes de las sensaciones y emociones: escuchar nuestro cuerpo.
Necesitamos también tomar conciencia de nuestra participación en la generación del estrés noscivo, es decir mi grado de complicidad. Para esto es necesario cambiar nuestras percepciones, que nos llevan a suposiciones o creencias limitantes acerca del trabajo, el éxito, las relaciones en general y la felicidad. Se requiere entonces un cambio de actitud ya que, de acuerdo a nuestra actitud ante lo que la vida nos presenta, “sufrir puede ser opcional”
¿Cuánto cuesta el estrés negativo?
En el area laboral el impacto es muy fuerte; el periódico New York Times comentó, en septiembre del 2004, que a Estados Unidos le cuesta más de 300 millones de dólares anuales en atención médica, horas de trabajo perdidas, y los costos de inversión en programas de reducción de estrés para serenar a los empleados y mantener la alta producción.
En Europa también se siente el impacto del estrés y de las exigencies laborales en constante aumento. En ambos casos se reporta que, aunado a la “falta de tiempo personal”, estos factores llevan al aumento de ausentismo, el riesgo de enfermedades cardiacas y otros problemas relacionados la presión arterial alta .
En grandes ciudades, como la ciudad de México, el ritmo de vida es cotidianamente estresante. Debido a la sobrepoblación se padecen problemas de tránsito, inseguridad, asaltos, secuestros, la necesidad de moverse a grandes distancias, la presión de tiempo, y si a todo eso se añade que un gran segmento de la población carece de empleo bien remunerado, podemos entender por qué hay gente que se siente frustrada, con miedo, cansada, desanimada, enojada, agresiva, triste, deprimida y angustiada. Y aunque muchas personas logran desarrollar una gran capacidad de adaptación al estrés, en otros casos, no, y el estrés entonces se vuelve patológico.
Aprender a manejar estas situaciones estresantes de manera saludable requiere del conocimiento y el entrenamiento en técnicas prácticas, accesibles a todos, incluyendo los niños, ancianos e incluso personas con discapacidad.
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